HIC*: El Matadero | Arturo Franco

sábado, 12 de marzo de 2011

El Matadero | Arturo Franco

Hace algún tiempo publicamos algunas fotografías del Matadero, de Arturo Franco, TectónicaBlog  publicó un artículo con fotografías e interesante documentación gráfica sobre la construcción. Un proyecto que vale la pena conocer por su postura ante el pasado y la historia de un edificio, donde no se oculta el proceso constructivo y los materiales enfrentados entre sí resaltan por su naturalidad.


 El proceso se convertirá en el hilo conductor de este espacio. La filosofía de intermediae se planteó como primera condición a la hora de abordar el proyecto y el concepto de proceso tal y como relata Pedro Aullón no se ha perdido hasta el final.

‘Proceso es idea relativa a relación y dinámica de cambios y presupone, en nuestra perspectiva de cosas, un sentido vivaz de la experiencia. Entendido así, el proceso no opta por la preponderancia del análisis o de la síntesis sino que convive con naturalidad entre éstos instalado sobre una base que es la intuición, lo primero, y el cielo abierto de una imaginación no separable del entendimiento[…] Se trata de la continuidad, la discontinuidad y la continuidad del proceso, realidad viva.’


Se ha establecido un diálogo constante entre lo nuevo y lo antiguo, sin mezclarlos, juntos pero no revueltos. Estos dos lenguajes se muestran y se miran de cerca potenciando lo nuevo el valor de lo antiguo y lo antiguo el valor de lo nuevo. Dos posturas enfrentadas manifestadas ambas con su máxima crudeza. 



Se ha pretendido voluntariamente mantener los cortes producidos en los muros tal y como una radial los va cortando. Las bajantes de PVC cobran interés al desnudo. Las marcas de la retroexcavadora originan texturas imprevistas al retirar el revoco. Los aislamientos de corcho aparecen aquí como
un testigo de su historia frigorífica, sin complejos. Así el pasado se muestra, la obra se muestra. Cualquier testigo del proceso permanece sin alteraciones. El azulete de los niveles, la reparación
y consolidación de los pilares, señales, arrugas, heridas sin cicatrizar como la vida de un anciano sin manías, donde su personalidad excesiva parece estar por encima de todo.


Su condición de espacio transformable nos ha llevado a pensar en la reutilización, en su reubicación, en su constante manipulación y en su alta resistencia al uso. Para ello hemos utilizado materiales procedentes directamente de la industrialización, sin transformación ninguna, de medidas estándar. Así perfiles de acero descontextualizados, sin tratar, se convierten aquí en bancos, barras, suelos técnicos, rodapiés, puertas, junquillos, etc. El vidrio montado de la manera más sencilla con sus dimensiones máximas sin cortar puede
ser también reutilizado. Un mundo de materiales industriales cargados
de densidad es capaz de establecer una comunicación abierta con lo viejo, con lo antiguo, alcanzando ambos su máxima expresividad.



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